miércoles, 29 de agosto de 2012

Pensando en tortugas...


El otro día pasé gran parte de la mañana mirando la foto de una tortuga marina (así están decorados ahora las consultas de los dentistas que quereís que os diga); y recordé uno de los documentales que pusé a mis alumnos de 1º ESO sobre la vida de estos simpáticos animales y con ello me dió por filosofar un poco... no sé si porque yo estaba propensa a ello o por que no tenía otra cosa que hacer...

La vida de las tortugas marinas es bastante curiosa, cumplen su ciclo de vida como cualquier otro "nacer, crecer, reproducirse y morir" pero lo hacen de forma "peculiar". Para empezar, su nacimiento ocurre en la arena, donde las tortugas hembras depositan sus huevos y desde allí las crías tienen que cruzar la playa para poder llegar al mar, sorteando obstaculos vitales que, en muchos casos, les impedirán llegar. Todos habreís visto alguna vez esa imagen de pequeñas tortuguitas luchando contra viento y marea por alcanzar el agua... todo un logro.

Y creo q así podríamos resumir la adolescencia,la época de estudios, una lucha por encontrar nuestro camino, por seguir nuestros sueños y objetivos, donde encontramos multitud de pegas, obstáculos internos y externos, dudas, miedos.. pero no, no nos paramos, se trata de seguir adelante y alcanzar nuestra meta: "la madurez".

Posteriormente hay un período de la vida de las tortugas que los científicos denominan "años perdidos", en el que no se sabe con exactitud ni dónde están ni qué hacen allí... cuando reaparecen ya son fuertes y grandes y viven en las aguas profundas y tranquilas del océano, para poner rumbo a la playa donde nacieron y poder repoducirse.

Personalmente creo que nosotros también tenemos ese período, aunque creo que el nuestro es algo más "rebuscado". Se supone que somos "maduros", acabamos la carrera y pensamos que es nuestro momento... Es cierto, lo es. Es el momento de decidir qué hacer con nuestra vida pero no todo es tan fácil o directo como habíamos pensado, la vida deja de ser blanco o negro, hay mil posibilidades, matices, recodos que girar al terminar la calle y el camino es más largo y complicado de lo que habíamos pensado. Cuando creemos que tenemos clara nuestra vocación, surge una opción B que nos hace volver al principio,o nos encontramos personas que se cruzan y te hacen replanteartelo todo desde otro enfoque totalmente distinto, o es un agente externo el que provoca un cambio total en lo que pensabas era tu respuesta final o...

Y todo esto a qué nos lleva... pues a mi me lleva a disfrutar, a saborear todo el camino. Porque nunca sabemos cuando tendremos que cambiar de opción o de calle o de vida o de todo. Yo lo que quiero es quedarme con el recuerdo de cada uno de esos momentos; esté donde esté y haga lo que haga. Recordar a cada una de las personas que me acampañaron en esos recodos y que me llevaron hasta el siguiente.

Ya llegará esa época tranquila en las que las aguas se amansen y podamos disfrutar y recordar las decisiones tomadas, cuando el camino se haga más liso y seamos capaces de adivinar el siguiente paso o por lo menos de verlo desde lejos...

Sí, puede qué llegue aunque me da que a mi me queda bastante... me quedan muchos cambios, muchos nuevos comienzos y cosas que ir dejando por el camino. Y no quiero perderme ninguno de ellos ni no poner la suficiente ilusión en cualquier cosa. Quiero que al llegar a esas aguas tranquilas pueda recordar que aproveché cada oportunidad, que me impliqué en cada lugar, que me di a cada persona y que dejé un trocito de mi en cada recodo.

Creo que estaba propensa a filosofar y que las tortugas son unos simpáticos animales.

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